domingo, 21 de diciembre de 2008

De cena y toques

Por razones del destino, nunca me habían planteado la lógica de: "Cuando llegues a casa, me das un toque". No se, hace poco me lo dijo una amiga y no se, puse cara de tonto. Mi respuesta fue tan sencilla como tonta.

- ¿Para qué?. Mi acompañante se quedó asombrada, tanto que con la misma cara de sorpresa me dijo: - Como que no das un toque al llegar a casa. Hombre, si te preocupas por la otra persona, te gustará saber que ha llegado a casa. La lógica fue tan aplastante que sólo se me ocurrió decirle. "Pues dame tu otro cuando llegues". Jejeje. Ella rió por no darme un bofetón.

Dada mi extrañeza, seguí preguntando a la gente, por si yo soy el raro. Y sí, lo tengo que ser. Eramos 4 esa noche en el hospital, y todos menos yo lo hacían. Incluso se insinuó que por eso no tenía pareja, por ser un "dejao". Seguramente.

Este fin de semana me volvió a pasar algo parecido, cena de la planta. Vino por aquí, vino por allá. Copas por aquí, copas por allá. Hasta que una compañera me dijo, no bebas más. Y yo que soy un chico más ó menos formal, lo dejé. Cuándo nos íbamos me volvieron a soltar la frase: "Cuando llegues a casa, me das un toque". Dado el grado de alcohol le conté lo que me pasó. Desde ese momento, noté que la anécdota tenía su aquel, porque sólo le faltó caer al suelo de risa.

Para despedirme sólo decir que ya doy toques, cuando llegó a casa. Vuelvo a ser normal, o no. Eso si, me lo tienen que pedir.

Por cierto, gracias por la agradable cena de la planta. A los 54.

No hay comentarios:

Publicar un comentario