domingo, 16 de agosto de 2009

La tele

Me despierto hoy cansado pero lleno de vitalidad por empezar un nuevo día. El sol entra por una ventana extraña deseando que me levante y que empiece a hechar a correr mi imaginación. Esa imaginación que hace unos días parecía difusa. Será quizá que no estoy en mi monótono hábitat natural y que el nuevo entorno hace que escribir y disfrutar de la vida sea una experiencia nueva cada día.

El sigue insistiendo, y yo por no cabrear a un ser supremo me hago el remolón en la cama. Acabo levantandome y me dispongo a hacer algo que normalmente no hago, poner la televisión. Ese objeto de adoración para algunos.

Enciendo la susodicha televisión y empiezo a cambiar canales. Uno, otro, otro, otro..... Sinceramente la tele de antes era mala, pero la de ahora es la mayor mierda que puede existir. Me niego a pensar eso de: "Cada sociedad tiene la televisión que se merece". Yo no me merezco esto, que os he hecho yo, para ver todos los días, desde bien temprano a cuatro anormales discutiendo de cosas vanales.

Recuerdo la tele de antes, la tele que se hacía para los más jóvenes. La tele donde los dibujos eran algo más... Recordáis "Erase una vez, el cuerpo humano". Yo soy sanitario gracias a ellos. Y sabía desde pequeñito lo que era un linfocito, un glóbulo rojo, las plaquetas. Ahora los niños lo único que saben los nombres impronunciables de unos muñecos japoneses.

De todas formas siempre hay que mirar en positivo, y yo le doy gracias a la televisión basura, que de puro aburrimiento, me descubrió un fantástico mundo. El de los libros....

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