martes, 17 de febrero de 2009

En el baño

Entro en el baño como cada mañana, tú ya estabas allí. Sola, esperando que pasase lo que estaba escrito que va a pasar.

Nos miramos, esas miradas que desbordan pasión. Agarro tu cuerpo desnudo, ese cuerpo sinuoso que oculta algo en sus perfectas líneas. Esta vez todo va a salir bien, no habrá salpicaduras desafortunadas. La perfección es el objetivo.

Te introduces bajo el grifo, mis sospechas se hacen realidad. ¡¡¡Estas mojada!!!. Untó sobre la zona más venerada de tu cuerpo, una sustancia pastosa que lubrica y protege. Suena bien, ¿verdad?.

Empiezo despacio, me decido. Lo introduzco hasta el fondo, creo movimientos circulares que nos transportan a un mundo mejor. Un lado, el otro; bien fuerte y constante. La sustancia lubricante hace efecto, se empieza a convertir poco a poco en una especie de espuma llena de placer y de gusto.

Me percato que te empieza a molestar. Sigo por la zona más cercana a los labios, con un continuo arriba-abajo; arriba-abajo, llegamos al éxtasis; hemos visto como el cielo se apodera de la tierra en el minúsculo cuarto de baño. Terminamos. El líquido que genera la vida nos envuelve; lo expulso sin control alguno. Que gusto......


Que gusto da labarse los dientes por la mañana, es una de las mejores sensaciones del día. Pero...¿De qué creías que estaba hablando?

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