domingo, 24 de mayo de 2009

Conocer

Conocer a una persona, una persona especial que te devuelva la alegría por vivir, significa adentrarse en un mundo totalmente nuevo. Es posiblemente intentar saber todo su pasado y ponerte en su piel en los momentos malos. Y que te duela como si lo estuvieras sufriendo.

Conocer a alguien también es preguntar mucho, quizá demasiado, y después, arrepentirte de lo preguntado. Querer saber demasiado puede no gustar. Pero la sinceridad es el pilar fundamental de toda relación.


Lo más importante es ser feliz con la otra persona. Que el tiempo se te haga corto. Que el roce de su piel con la tuya te haga estremecer. Que una caricia suya recorra tu médula espinal como un torrente de placer. Y sobretodo que después de un largo beso, se te escape un: " Guau". Y te entren ganas de llorar por la situación tan preciosa que acabas de vivir.

Recorrer la cruel vida así, es perfecto. Pero como en todas las historias, siempre existen elementos envidiosos que intentan compartir nuestro amor.

El viento, al que hacemos cómplice en la distancia, es nuestro mejor aliado. Todas las noches antes de acostarme, le susurro al oído mis sentimientos y le mando un beso, para que a través de tu ventana entre y deje mi mensaje más sincero en tus labios.

Envidiosas por nuestro amor, las nubes lloran a mares sobre Madrid. Quizá porque desde el cielo nos miran sabiendo que jamás podrán encontrar un amor tan sincero y lleno de pasión.

Hoy te vuelvo a decir:

TE QUIERO

Y que los elementos se unan para compartir lo que ya estaba escrito en las estrellas.


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