domingo, 26 de abril de 2009

Madrid

Es díficil de explicar, no se que me pasa. A veces, quizá en el momento menos pensado aparecen sobre mí taquicardías, algo me hace estremecer el abdomen y los músculos se me engarrotan.

Esto a priori puede parecer un síntoma coronario grave, pero no. No puede ser, porque me pasa cada vez que te veo. Y tú no puedes hacerme nada malo.

Posiblemete, hoy Domingo, hecho la vista atrás (no muy lejos) y me quedó sin palabras para poder explicar el fin de semana que hemos pasado. Es imposible resumirlo. La realidad siempre superará la ficción, y si es contigo la realidad pasa a ser un sueño en el mundo terrenal. Contigo la literatura se quedá corta. No hay palabras.

Esperamos tanto para vernos, tanto que puede ser hasta doloroso. Esperamos tanto, que cuando lo hacemos el tiempo pasa deprisa, muy deprisa. No nos damos cuenta y cuando miramos el reloj la noche se empieza a echar encima. Pasa tan deprisa que nos quedamos privados a sentirnos más.

Nos mimetizamos en uno. Marcando el ritmo con el latido de mi corazón, descansas encima de mí pecho. Tú respiración y mi corazón se acoplan juntos para volar al fin del mundo. Posiblemente Cabo Norte.


Tardes de paseos cogidos de la mano, donde Madrid nos acojé. El Retiro, que casi no conocíamos nos presento el panorama perfecto para poder besarnos tiernamente. Los locos, que los hay y muchos. Dejaban atrás sus conflictos internos para observar algo tan bello.

Puede que antes nos miráramos al espejo y nunca más allá. Hoy te miró y embobado te digo: Soy tan feliz

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