miércoles, 1 de abril de 2009

El suplicio de comer

Querido amigo.

Hoy te escribo para expresar mis sentimientos de frustración ante mi misma.

Como ya sabrás hago lo impensable para sacar buenas notas. Antes era una chica que del nueve no bajaba. La perfección era mi objetivo. Cada día me cuesta más trabajo, y no será porque no estudio me paso horas y horas frente a los libros, pero no hay manera. A veces me mareo, y tengo que dejarlo un poco.

Me noto hinchada, no quiero ni mirarme en el espejo. Me doy realmente asco. Necesito cambiar. Comprar ropa nueva, ropa moderna y joven que me estilice. Eso me va a venir muy bien, pero ¿Dónde voy a encontrar ropa bonita para mis michelines?. Recuerdo al principio, cuando adelgace 2 kg, todo el mundo me decía que estaba estupenda, que feliz era por aquel entonces.

Ha aparecido en mi cara una extraña pelusilla, que vuelve y vuelve. Todo muy raro. He notado que la regla se retrasa siempre más de la cuenta. Y no estoy embarazada, eso seguro, mi último novio me dejo hace ya tiempo. Los chicos me evitan, aunque haga lo impensable por estar mona y delgada.

Mi madre no me hace caso, sólo esta trabajando. Quizá sea por mi culpa. Porque soy demasiado exigente.

Me acerco a la cocina, es la hora de comer. Mi madre no está, como siempre. Tengo delante mía un enorme plato de pasta que voy a devorar.

Sin pensarlo dos veces, agarro el tenedor y engullo sin mirar el enorme plato toda la pasta, un trozo grande de pan y agua, mucha agua. El plato se acaba en un abrir y cerrar de ojos. Empiezo a pensar en lo que he hecho... Pasta, la pasta son hidratos de carbono, que en exceso se convertirán en grasas. Grasas que se acumularan en el tejido adiposo, de mis enormes michelines.

Noto que me duele la barriga, voy a reventar. He comido por 3 personas y encima muy rápido.

Me acerco al baño. Hay estoy, frente al espejo. Inclino la cabeza y observo mi enorme tripa. Dios ¡Pero que he hecho!, me voy a poner como una vaca. Entonces que haré con mi vida.

Sin pensarlo dos veces, clavo mis rodillas en el suelo y me inclino sobre el retrete. Introduzco mis dedos anular y corazón en mi boca. Llego hasta la campanilla. El vómito aparece sin ninguna dificultad. Otras veces las nauseas hacen que el proceso se complique.

He puesto todo perdido, me va a tocar recogerlo, pero no me importa. Ahora soy un poco más feliz, sé que no voy a engordar.

Al rato, ya en mi habitación, una extraña sensación se apodera de mi. Me acerco a la ventana, para que me de el aire. Me mareo, giro sobre mí y acabo en un rincón. Las lágrimas se deslizan por mi delgada cara. Lloro desconsolada, con la sensación que algo no anda bien. No quiero causarles problemas a nadie. Voy a hacer algo que jamás hubiera pensado hacer....


...Hoy escribo esto desde la unidad de Psiquiatría de un hospital madrileño. Pienso que todo fue un error. Aunque reconocerlo es el primer paso.

Poco a poco me recuperaré aunque siempre quedará algo hay, siempre presente. Me he convertido en una paciente crónica. Pero estoy segura, lo voy a conseguir.

1 comentario:

  1. que grande... que dominio de las palabras para crear puras verdades que ocurren en esta sociedad últimamente.. Saludos

    ResponderEliminar