lunes, 8 de junio de 2009

El fin II

Fue feliz, mucho. Tenía todo en esta vida. Todo lo importante. Una casa propiedad todavía del banco, un coche, un trabajo moderadamente estable y un amor prematuro que duraba mucho tiempo. Tanto duraba, que la rutina se había instalado en sus vidas. Pero el calor de su corazón en las noches frías le hacia sentirse bien.

Se conocieron de casualidad, y pensó que el destino los había unido para siempre.

El tiempo juntos había creado proyectos para ellos.

Empezaron a vivir los dos en una pequeña casita al sur de Madrid. Una casita amueblada por los dos a base de tiempo.

El tenia dudas. Siempre pensó que él la quería a ella más. Siempre lo pensó. Pero la rutina hizo que desaparecieran los pensamientos negativos. No se equivocó.

La vida siempre te tiene reservado algo malo cuando crees ser feliz.

Al regreso del trabajo un día como hoy, un día en el que el cielo llora como un bebe. Un día en el que mirar al cielo es sinónimo de tristes pretéritos. Un día como hoy, al llegar a casa, se encontró con las maletas en el rellano. Un sobre encima de ellas le indicaba que todo había acabado. No pidió explicaciones porque ya las sabía. A ella, se le acabo el amor. Como sospechaba. Dio media vuelta cargado con los recuerdos en dos bolsas repletas. Al irse dijo con tremenda tristeza: " Lo único que quiero es que seas feliz, y si esta es tu decisión, me voy". Sabía que ella estaba justo detrás de aquella puerta que había atravesado todos los días.

Volvió entre lágrimas al único sitio donde podía ir, la casa de sus padres.

Al día siguiente, fue a trabajar, el mundo tenía que seguir adelante, aunque ahora pensaba que no merecía la pena vivir. Ya nada tenía sentido.

Se dio cuenta que trabajar era la única manera de no pensar en ella. Y así lo hizo. Su trabajo paso a ser su vida. Doblaba todos los días. Hacía favores a sus compañeros sin pedir nada a cambio. Incluso llego a buscar otra cosilla para ocupar todos los huecos vacíos de su vida.

Al salir de trabajar. Un día de sol permanente y calor abrasador, noto que los ojos le pesaban. La cabeza no le funcionaba. Conducía automáticamente. Como un autista, se olvido del mundo que circulaba alrededor suyo. Abrazó a Morfeo en el peor instante. Al caer dormido, inconscientemente acelero su coche. Circulaba dormido por la autovía M-45. A la altura del puente que cruzaba la A-4. Su coche salió despedido atravesando la barrera de seguridad. El coche cayó nueve metros.


Ahora todos le lloran. Pero él por fin ha descansado.


El fin I

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