lunes, 20 de julio de 2009

Conversaciones con mi diario 3

Querido diario, siento haberte desatendido durante estos días, pero he tenido un pequeño problema. Un problema que comprenderas, porque sabes de mi falta de sueño producida por el insomnio. Hay radica que me haya pasado más de cinco días sin leerte, sin escribirte. Llevó cinco días soñando.

El sueño se encontraba enmarcado en un precioso paraje. Montañas verdes, como el eucalipto. Montañas que rozaban las nubes, que levemente descendían para acariciar la loma del pico en cuestión.

Un mar azul, de aguas cristalinas, un mar que rompía con fuerza contra preciosos acantilados. Todavía puedo escuchar el cincel con el que el agua modelaba la piedra. El romper de la ola y el estruendo producido hacían que pequeñas gotas de agua bañaran mi cara mientras miraba al horizonte azul.

La verdad querido diario. Todo esto que te estoy contando no valdría nada. Cinco días soñando, pero el mejor de los sueños es poder haber compartido todo con esa mujer. La mujer de la que tanto te he hablado, la mujer que me quita el sueño y por la que daría la vida. Creo que no me imagino mi vida sin ella, porque ella es mi vida.

Compartir mis cinco días soñando con ella ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Y quiero seguir soñando, quiero repetir ese sueño todos los días de mi vida. Sólo por estar con ella. Mi único miedo será despertar y que no este. Entonces volveré a dormir para soñarla y poder abrazarla.

Y ahora querido diario te voy a decir la verdad más grande de todas.

No he estado soñando. Todo lo que te he relatado ha sucedido. Pero con una diferencia. La realidad siempre superará la ficción y quererla de verdad, es el mejor de mis sueños.

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