martes, 21 de julio de 2009

Una historia real

Recuerdo cuando no era nadie, cuando sólo poseía manías que me perseguían de un lugar a otro. Cuando me levantaba y lo único que le contaba al mundo era el aburrido monólogo de mi vida. Recuerdo como el insomnio me consumía por dentro, y me consumía porque te conocí.

Te conocí hace tres años. En el hospital donde ambos trabajamos. En la habitación 354-2. Recuerdo que aquel día estaba nervioso. Era mi primer día allí, y conocerte fue un remanso de paz y de tranquilidad. Me enamoré de ti, como nunca lo había hecho de nadie, y sólo habíamos cruzado 3 frases en toda la mañana pero me marcastes a fuego el corazón.

Desde aquel día pasaron 3 años. Tres largos años en los que no encontré otra que se te pudiera comparar. No me daba por vencido, y te buscaba a la salida del turno, te perdí la pista. No sabía donde estabas, ni en que turno. Desaparecistes.

Me recorre un escalofrío. Pienso en el día en el que te volví a ver. Yo estaba sentado, en la misma silla donde me ahora me siento siempre. Tú entrastes por la puerta como un ángel. Mi corazón se aceleró y me quedé sin poder decir una palabra. Pálido, casi sin pulso te miraba absorto, en los recuerdos que hace tres años deje guardados en mi cabeza.



Hoy, ahora, escribo esta historia. Deseando que cada día junto a ti sea especial. Y deseando que todo lo que te escribo te guste.

Quiero crear el post perfecto, perfecto para ti. Muchos te han gustado (Siete petalos de rosa, Conversaciones con mi diario 3 , Estrella que me iluminas). Pero nunca es suficiente. Sabré cuando sea perfecto, porque al leerlo la piel se te erice. Y me quieras llamar, o escribir. O lanzarte a mis brazos cuando me veas. Eso me haría muy feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario