Despierto como siempre tarde, que suerte tengo de trabajar en el turno de tarde. Empapado en sudor despierto. Miró la hora y con asombro me doy cuenta que son la 13:00. Buffffffffffff.... y con todo lo que tenía que hacer.
Como todos los días desde hace tres meses, un pensamiento asalta mi cabeza. ¿Qué estarás haciendo ahora?, ¿Cómo te encuentras?, ¿Me hechas de menos?, ¿Eres feliz?. Siempre lo mismo, levanto la persiana de mi habitación y veo que el calor sale desesperado a través de esta, pienso,
sigo pensando y recuerdo que has trabajado toda la noche. Lo más probable es que estés durmiendo. No te quiero molestar.
Hago cálculos mentales, de un chico de letras, y las cuentas no me salen. Mañana hacen tres meses, como pasa el tiempo. Tres meses contigo, juntos. Tres meses que los podría contabilizar como los tres meses más felices de mi vida. Y los tres meses en los que no cambiaría ni un segundo de lo vivido contigo.
Sigo haciendo cálculos, y en nuestras ecuación ya se han despejado las incógnitas. X, Y, Z; han dejado de ser un problema, y pasan a ser soluciones. Las dos partes de la ecuación casan a la perfección, y quisiera que fuera así para siempre.
Quisiera también tener una casita orientada al sur, un coche rojo con un caballo en la parrilla y tener en el banco una cifra que no entrarán los números, quisiera vivir sólo de este pequeño rincón en internet, haciendo lo que me gusta realmente....Quisiera, montones de cosas.
Aunque ahora reflexiono sobre lo dicho y pienso que todo eso es secundario. Lo único que quiero realmente es que tú me quieras, y que lo nuestro no acabe nunca. Sólo te quiero a ti.
Poder mirarte de cerca, abrazarte y besarte es el deseo que siempre pedí ( a no se quién). Deseo que nuestros besos sean estrellas. Esas estrellas que nos iluminan en las noches de verano.
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